lunes, 19 de abril de 2004

Julio Anguita EX ALCALDE DE CORDOBA : "Aquella época me marcó, era luchar al viento"

ROSA LUQUE 19/04/2004 www.diariocordoba.com

EDAD 62 AÑOS LUGAR DE NACIMIENTO FUENGIROLA (MALAGA) PROFESION MAESTRO Y PROFESOR DE HISTORIA, YA JUBILADO

Apenas si sostuvo durante siete años el bastón de mando de la ciudad, pero su naturaleza aguerrida (soberbia dirían los enemigos), su verbo lapidario y hasta esa barba de perfil omeya que tanto recordaba esplendores pasados marcaron para siempre la vida de Julio Anguita, el primer alcalde de la Córdoba democrática y comunista por más señas. Después se entregó con pasión, sin la que este aventurero con fama de místico no concibe la existencia, en brazos de la política autonómica. Eso fue hasta emprender el salto a Madrid, que conllevó, entre 1989 y 2000, la coordinación de Izquierda Unida, coalición de la que fue aspirante a la presidencia del Gobierno en tres ocasiones, hasta que en el año 2000 lo retirase un buen susto de índole cardíaca. Pero todo se había gestado mucho antes aquí, donde nació y pervive la leyenda del Califa Rojo .


--¿Recuerda al que era usted hace un cuarto de siglo?

--Era un insensato instalado en una aventura que producía cosquilleo, la de ser alcalde de Córdoba. Yo siempre he hecho una comparación eclesiástica, a las que soy muy dado: era como si un cura de pueblo llega al Vaticano y lo hacen Papa". Lo comprobé el día que llegué al Ayuntamiento, lo hice con decisión, pero estaba tenso. Hay insensateces, como la de romper barreras, que merecen la pena.

--Aquel día nació el primer Ayuntamiento democrático de Córdoba, única capital de provincia con alcalde comunista...

--Después hubo otra durante cuatro meses, Guadalajara.


--... Y nacía también el mito de Anguita. ¿Qué tal se ha llevado con él todo este tiempo?

--Ni me he llevado ni me he dejado de llevar, siempre he actuado según lo que creíamos, y hablo en plural, que había que hacer. La mitificación se produce cuando el que te ve espera una cosa de ti y tú le rompes los esquemas. Es verdad que yo cultivé no digo el mito, pero sí el impacto, porque durante los primeros meses estuve secuestrado. El PCE se empeñaba en que tenía que recibir a todo el mundo para mostrar lo que era un Ayuntamiento democrático, y les fui dando la impresión de que estaban ante una persona medianamente culta, muy convencida de sus ideas pero que respetaba las otras. Fue importante retirar la idea de un equipo de gobierno zafio. Algunos funcionarios me dijeron "Mire usted, yo dimito porque no soy comunista". Y les tuve que decir que para comunista estaba yo.


--¿Cómo se tomó lo de que casi desde el principio le llamaran en todo el país ´el Califa Rojo´?

--Aquello vino de la revista Inverviú , referido a Córdoba, esa franja entre Villa del Río y Encinas Reales donde la inmensa mayoría de los municipios que se asoman a la carretera eran del PCE. Y del Califato Rojo se pasó al califa. A mí lo de la prensa rosa y los motes me parecen una vaina. No me gustó pero, verás... me fue indiferente.


--Se daba por hecho que sería Rafael Sarazá quien encabezara la candidatura. ¿Cómo se gestó aquella lista?

--Había un porcentaje muy elevado de gente que apostaba por Sarazá, y yo me incluía en ella. Yo era un profesional de la enseñanza, algo conocido como un orador que en lugar de mítines daba conferencias, pero entre la izquierda. Y Rafael Sarazá era un ilustre abogado de una ilustre familia cordobesa. Por lo que me he podido enterar luego, parece que fue Ernesto Caballero quien lo propuso, y a Rafael le pareció bien. Eran otros tiempos, había mucha más capacidad de renuncia y entrega. En mi caso funcionó eso que se llama disciplina, y aquí estoy.


Tras la campaña, en la que todo el mundo acabó agotado --sólo un mes antes se habían celebrado las generales--, llegaron las elecciones del 3 de abril y sus resultados (8 concejales el PCE, 7 PSOE y UCD y 5 el PSA). Y después, tal día como hoy, la toma de posesión de la nueva Corporación municipal, que se dividió en dos actos: el institucional, en la vieja sede de la calle Pedro López, y otro de carácter más popular en el Alcázar de los Reyes Cristianos. "El acto institucional fue un discurso muy medido, la ponderación misma, que redacté en casa de Herminio Trigo --dice honrando tiempos de una larga amistad que no supo resistir los avatares políticos--. La responsabilidad que cae sobre uno en esos momentos es tremenda. Habría menos salto anímico en mí si hoy se me planteara ser presidente del Gobierno que el de pasar de maestro a alcalde de Córdoba". Anguita remató aquella primera intervención pública con una demanda a los suyos: "¡Y ahora, a trabajar por Córdoba!". "El equipo municipal que yo tuve era magnífico, por favor, ponlo --me insiste--. Se generó una mística de trabajo basada en el consenso".


--Y en una política de puertas abiertas. Abrió al pueblo la Casa Consistorial, la caseta municipal de Feria y hasta el Concurso Nacional de Arte Flamenco, cosa que enfureció a su socio de gobierno y amigo, Francisco Martín, teniente de alcalde de Cultura, porque los invitados arrasaron los jardines del Alcázar.

--Sí, efectivamente. Eso demuestra que en el tema de la democracia hay mucho camino por recorrer; la democracia tiene que ir paralela a la educación. Yo comprendí su disgusto y participé de él, pero había que hacer un gesto y mantenerlo. De todas maneras hacer una política cerrada hubiera sido imposible, porque siempre tuvimos la inquina de compañeros de Corporación (se refiere a algunos concejales de UCD y sobre todo del PSOE, que por razones que luego se verán fueron descolgándose de aquel gobierno de concentración , como a Anguita le gustaba llamarlo). Pero aquella época me marcó, era luchar al viento, sentir la vida, momentos tremendos de tensión... Me siento muy orgulloso de esos cuatro primeros años, y me sirvieron mucho después.