lunes, 15 de septiembre de 2008

Juan Antonio Camino en Los Ogíjares


Cultura-Granada
Raza flamenca en Los Ogíjares
Ni el frío nocturno impidió que el parque de San Sebastián se llenara para disfrutar de un cartel de lujo en esta XXIX edición
15.09.08 -
DELIA BIANCHI /

Raza flamenca en Los Ogíjares
CUANDO las manecillas de los relojes marcaban las once de la noche, en los Ogíjares ya se respiraba olor a flamenco. El Festival de Cante comenzaba en el parque San Sebastián, y el público iba ocupando las sillas que llenaban el recinto. «Venimos todos los años, es una tradición familiar. Para nosotros este festival supone un punto de encuentro en el que nos deleitamos con el flamenco», así lo explicaba Dolores que, preparada con neveras y algo de abrigo, acudía con su marido y sus hijos.

El presentador subió al escenario para anunciar al primer artista. Un cartel de lujo para un festival que este año cumplía su XXIX edición y que se encargó de abrir el granadino Juan Pinilla. Fandangos mineros, levanticas y un arte tan particular como su intérprete fue lo que el cantaor derrochó para calentar a un público entregado desde el principio.

La noche iba haciéndose más fría aunque a nadie parecía importarle. «Es cierto que corre airecillo pero creo que lo vamos a soportar bien, sarna con gusto, no pica ja, ja!!». Luis, miembro de un peña flamenca, considera este evento el más importante del año; tanto, que en esta ocasión había traído a su sobrina, que es americana, para que conociera lo más característico de Andalucía. «Aunque no hable demasiado español, el idioma es lo de menos», comentaba.

Para continuar, el escenario lo tomó Juan Antonio Camino, acompañado a la guitarra por Antonio Miguelez. Una voz desgarrada que se arrancó por malagueñas, soleares, alegrías, y que dejo el micrófono de lado, para ofrecer a capela un cachito de su arte. Para bordar el final de su actuación quiso dedicar a la tierra una granaina. «No me podía ir de aquí sin cantarla», dijo entre vivas y olés espontáneos.

Escuchar el silencio

Entre actuación y actuación, las voces de los artistas se escuchaban afinar desde los camerinos; cuando los cantaores salían, se hacía el silencio y en los Ogíjares no se escuchaba otra cosa. Algunos privilegiados no necesitaron entrar al parque y desde sus propios balcones asistían al recital.

Y llegó el turno de Calixto Sánchez. «Esto ya son palabras mayores», comentó alguien desde el público. El cantaor de Mairena es uno de los imprescindibles en cualquier festival de flamenco que se precie, un creador del cante capaz de dominar todos los estilos por complicados que sean. Se acompañó de Manolo Franco, uno de los guitarristas más completos del momento, y juntos conquistaron al público. Calixto quiso rendir homenaje a Lorca interpretando por solea el poema de 'La pena negra'; después continuó por alegrías y los aplausos surgieron solos de entre los presentes.

Pero este encuentro flamenco también guardaba sus propias historias. María tiene cerca de 80 años y tuvo que emigrar a Alemania con toda su familia en busca de un trabajo. «Teníamos que buscarnos la vida y aquí en los Ogíjares las cosas estaban muy difíciles. Yo, siempre que hablaba allí de mi tierra recordaba el flamenco; cuando volví años después supe que habían comenzado a celebrar este festival y desde entonces no he faltado a ninguno; es como recordarme que estoy, gracias a Dios, en mi tierra de nuevo», comenta.

Baile particular

El baile tuvo nombre propio, Fuensanta 'La Moneta'. Esta joven granadina, con un baile tan particular ofreció, junto con su grupo flamenco, un baile roto, desgarrador, tan lleno de coraje y raza como ella misma. En dos ocasiones llenó el escenario e hizo que retumbaran hasta las ramas de los árboles, consiguiendo que los espectadores se pusieran de pie para aplaudirle.

Otra de las actuaciones más esperadas de la noche fue la Carmen Linares. Nacida en Linares, como predica con su apellido, ha conquistado por méritos propios un lugar privilegiado en el mundo del flamenco, habiéndose convertido en una de las artistas más reclamadas y con más proyección internacional del cante actual. Empezó con alegrías y continuó con tangos, tarantas y seguirillas que, como siempre, bordó con hilo de oro. Una Carmen cercana que conversó con su público y dio repetidamente las gracias.

La noche llegó a su fin muy entrada la madrugada y con el frío muy presente. Para concluir, Vicente Soto 'Sordera', uno de los cantaores que mejor ha interpretado con el cante jondo poemas de Juan Ramón Jiménez, Alberti o Machado, y Julián Estrada, un cordobés de voz sensible y profunda, pusieron el mejor broche a un encuentro lleno de artistas grandes que levantaron, emocionaron y convencieron a todos de que el flamenco es una raza que se lleva dentro.