viernes, 20 de agosto de 2010

El villarrense e imaginero Sebastian Montes Carpio, restaura al Patrón de Montoro.

Nuestro paisano ha restaurado recientemente la tan venerada imagen de San Bartolomé, Patrón de la localidad vecina de Montoro. Nuevamente la maestría de este villarrense al servicio y recuperación de hermosas obras de arte del patrimonio escultórico de nuestra provincia.


Así habla la web La Hornacina de esta restauración:
La restauración de la imagen de San Bartolomé Apóstol, Patrón de Montoro, ha sido llevada a cabo por el escultor, imaginero y restaurador Sebastián Montes Carpio en su estudio de la capital cordobesa, durante los meses de Junio y Julio del presente año, y volverá mañana a la Parroquia de San Bartolomé de la localidad cordobesa, donde será presentada y se celebrará el triduo en su honor y posterior procesión el 24 de Agosto con motivo de su festividad.
San Bartolomé es una obra de posguerra del escultor e imaginero valenciano, afincado en Córdoba, Amadeo Ruiz Olmos. Se presenta con semblante sereno y porta los atributos que caracterizan al santo: en su mano derecha, las escrituras sagradas, símbolo de su apostolado; en la mano izquierda, el cuchillo, símbolo, junto con su propia piel que lleva sobre el hombro, del martirio sufrido. Con el pie izquierdo pisa al diablo (personaje popular entre los montoreños y conocido como “La Diablilla”). Todo el conjunto reposa sobre una peana octogonal.
La talla ha sido sometida a una profunda labor de restauración en la que se ha consolidado la materia desde el interior, eliminando los objetos metálicos, recomponiendo la materia en mal estado y saneando las numerosas líneas de unión de piezas y ensambles. Estas patologías que presentaba eran debidas al lógico paso del tiempo, además del agravante del contexto histórico en el que se enmarca la obra, la posguerra española, por lo que, ante la escasez de medios, también presenta mezclas de maderas, numerosos ensambles y, en definitiva, malos materiales de ejecución. A todo ello hay que añadir desafortunadas intervenciones posteriores que ha sufrido y que impedían una justa lectura estética y artística de la obra que el autor concibió en los años 40 del pasado siglo.
Tras el saneamiento íntegro de la talla y la recomposición de materia y policromía (esta última ha sido objeto de una limpieza exhaustiva, eliminando la suciedad adherida por el paso del tiempo y los repintes, quedando su policromía original en las partes anatomizadas del santo, así como en “La Diablilla”), se ha procedido al enriquecimiento de los ropajes y de la talla en general (este hecho, por deseo expreso de su hermandad, es una de las causas por las que la imagen ha sido restaurada) con oro fino y estofados al temple en las vestiduras, y pintura decorativa en la capa, para lo cual se ha recurrido al adorno con palmas (signo de martirio) e incrustaciones de cristal de Swarovski. El libro también ha sido enriquecido con oro en el canto de las páginas, e imitación de carey en sus pastas. Por su parte, la peana presenta nueva imitación de mármol en dos colores.